No se trata de nosotros

¿Te has sentido alguna vez defraudado, avergonzado? Seguramente muchos han tenido esta experiencia. Personas que han confiado sus ahorros al consejo de un gestor bancario. La sensación de «tomadura de pelo» es grande, la frustración es mayor.

Editorial17 de julio de 2024Franco CenturiónFranco Centurión
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En la pasada «crisis del ladrillo», muchas familias han visto como sus proyectos e ilusiones de futura vivienda, nunca se construyeron o, al final, no pudieron habitarlas.

Vivimos en la sociedad de la desconfianza, hay que firmarlo todo, y aún así no hay garantías absolutas. En nuestra sociedad, con tal crisis de confianza, la Biblia ofrece la palabra de esperanza. Sí, hay alguien fiable, que no defraudará, que seguirá siendo un apoyo firme en los momentos difíciles, que no abandona a los suyos ante los problemas, al contrario, afirma su compromiso con nosotros.

En este verso, el apóstol Pablo trae a colación una cita del Antiguo Testamento. Con ella refuerza su argumento de que la salvación se sustenta en la absoluta confianza en la obra de Cristo a favor de todos los hombres, ofreciendo perdón y salvación por medio de su cruz. El murió y resucitó, es fiel y poderoso para cumplir todas y cada una de sus promesas. Por tanto, depositar nuestra fe y confianza en él es el acto más sabio que podemos realizar. Nuestra confianza no se verá defraudada, podemos estar seguros de que cumplirá.

La cita de la Escritura es del profeta Isaías. En su capítulo 28 nos habla de una piedra preciosa que es piedra angular y fundamento firme. Por el Nuevo Testamento sabemos que esta profecía se refiere a Cristo (1 Ped 2,6). En el capítulo 50 de Isaías encontramos también otra expresión de confianza: «el Señor me ayudará, por tanto no me avergoncé».

No se trata de nosotros, se trata de Dios. No se trata de si somos o no somos vergonzosos, si nos sentimos fuertes y confiados en nosotros mismos, o débiles y sin fuerzas. No depende de nosotros, depende de Dios.

Dios se revela en la Biblia como Aquel que es digno de confianza, no defrauda. Por eso es sabio confiar en Él. Es la mejor decisión que podemos tomar, nunca seremos defraudados, nosotros fallamos pero Él no, porque no es hombre para que mienta ni hijo de hombre para que se arrepienta (Num 23:19), sus promesas son, en Cristo, sí y amén (2 Cor 1:20).

«Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado» Romanos 10:11

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